Sostenibilidad

Créditos de carbono: claves de un mercado emergente

29 de octubre de 2024 Por Paloma Bartual

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¿Qué ha pasado?

El pasado septiembre de 2024 la Comisión de Comercio de Futuros de Productos Básicos o CFTC por sus siglas en inglés (U.S. Commodity Futures Trading Commission) aprobó la primera guía oficial para la negociación de contratos a futuro derivados del mercado voluntario de créditos de carbono.

Un crédito o bono de carbono representa el derecho a emitir una tonelada métrica de dióxido de carbono o una cantidad equivalente de gases de efecto invernadero. Actualmente, estos créditos se venden y compran en sistemas comerciales conocidos como mercados de carbono.

La CFTC es un organismo regulador estadounidense dedicado a supervisar los mercados de futuros y opciones. Su labor ayuda a dar garantías a los inversores, promoviendo la integridad de los mercados financieros. Su equivalente en España sería la Comisión Nacional de Mercados y Valores (CNMV).

¿Por qué es importante?

El objetivo esencial de la publicación de estas directrices es regular la compraventa de derivados financieros del mercado voluntario de créditos de carbono mediante el establecimiento de estándares oficiales que otorguen fiabilidad e integridad a este mercado emergente.

Aunque la CFTC es una entidad perteneciente a los Estados Unidos su influencia se extiende a los mercados financieros de todo el mundo. Por ello, estas directrices suponen un hito a nivel global en el impulso de la integración de los objetivos de descarbonización en los mercados financieros.

¿Qué conceptos clave es necesario conocer?

En un mercado de futuros se establecen contratos de compra o venta de ciertas materias u activos en una fecha futura, pactando en el presente el precio, la cantidad y la fecha de vencimiento. Actualmente estas negociaciones se realizan en mercados organizados. Por lo tanto, un contrato de futuros, o “futuros”, es un acuerdo entre dos partes que se comprometen a, en una fecha futura establecida y a un precio determinado, intercambiar un activo, llamado activo subyacente, que puede ser físico, financiero, inmobiliario o de materia prima. En el caso que nos concierne, el activo subyacente serían los créditos de carbono.

Por otro lado, según el blog del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, los mercados de carbono son un instrumento clave a la hora de abordar la crisis climática y la financiación de sus soluciones. A través de la participación en estos mercados, las empresas – o incluso personas individuales – son capaces de compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero. De esta forma, la compra de créditos de carbono se traduce en la financiación de proyectos que reducen, secuestran o evitan emisiones. Un ejemplo ampliamente conocido de estos proyectos de compensación son las iniciativas de reforestación (si quieres saber por qué el árbol es la mejor tecnología de descarbonización con la que contamos pincha aquí).

Los sistemas de créditos de carbono nacen de las conversaciones mantenidas por los países que participan en la Conferencia de las Partes, más conocida como COP. Esta cumbre está organizada por el Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y tiene lugar de forma anual. En 2024 tendrá lugar el 29º encuentro de la COP. En relación con el diseño y la implementación de los mercados de carbono, destacan dos cumbres: la COP3 (1997), que dio lugar a la firma del Protocolo de Kioto; y la COP21 (2015) que tuvo como consecuencia la firma del Acuerdo de París, que reemplazaba el Protocolo anterior.

Actualmente, se distinguen dos tipos de mercados de carbono:

  • Mercados regulados: estos mercados son fruto de una exigencia regulatoria oficial. En estos casos, los Gobiernos establecen un cupo máximo de créditos de carbono por empresa. En el caso de que las compañías vayan a emitir por encima de ese límite deberán comprar créditos adicionales. Un ejemplo cercano es el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (RCDE) que opera en la Unión Europea.
  • Mercados voluntarios: en estos mercados las transacciones se dan de forma voluntaria. Generalmente, empresas con objetivos ambiciosos en materia de neutralidad compran créditos de carbono a organizaciones privadas o a gobiernos con programas de compensación.

Los mercados voluntarios de carbono pueden suponer un gran avance en la lucha contra el cambio climático y un importante incentivo para alcanzar la neutralidad de la actividad económica. No obstante, al ser mercados generalmente desarrollados a espaldas de los organismos oficiales de regulación y supervisión su evolución ha dado lugar a ciertos dilemas. Dichos dilemas se relacionan principalmente con la integridad, transparencia y formación de precios de los mercados financieros, así como la eficacia real de los proyectos de compensación que hay detrás.

¿Qué ventajas supone este impulso regulatorio?

En este contexto, las directrices publicadas por la CFTC suponen un paso importante en la regulación de los mercados de futuro de créditos de carbono, lo que ayuda a:

  • Mitigar el riesgo asociado a estos productos financieros.
  • Reforzar la integridad de los créditos de carbono.
  • Estimular la liquidez de los activos. Esto minimiza el riesgo de grandes fluctuaciones de precios y promueve la entrada y salida de inversiones.
  • Incrementar la transparencia en los precios. De esta forma, los inversores pueden tomar decisiones informadas.

Además, tal y como se comentaba al principio, la posición de influencia de la CFTC hace esperar que el impacto de estas directrices tenga un alcance global.

¿Cuál es el beneficio para las empresas?

En su justa medida, la regulación otorga seguridad y fiabilidad a los mercados. Esto es especialmente crítico en mercados emergentes como son los mercados de carbono. Por ello, su estandarización supone para las empresas una mayor garantía de que a la hora de comprar créditos de carbono sus emisiones se verán realmente compensadas y que, por ende, la compra voluntaria de créditos es un instrumento fiable para la consecución de sus objetivos de neutralidad.

Mirando al futuro

A nivel global, la lucha contra el cambio climático ha sido una de las principales prioridades en la búsqueda de unas sociedades y sistemas productivos ambientalmente más sostenibles. En consecuencia, los sistemas de compensación de emisiones de gases de efecto invernadero – aunque aún imperfectos – ya llevan años consolidándose y optimizándose.

Sin embargo, la crisis climática no es la única cuenta pendiente que tenemos con el Planeta. En este sentido, existen también iniciativas de compensación en relación a otros ejes de la sostenibilidad ambiental como son el agua o la biodiversidad. De cara al futuro, realizar un seguimiento de la evolución y formalización de programas como Water Positive o Nature Positive puede ayudar a las empresas a diseñar su hoja de ruta hacia un impacto positivo (si quieres saber más sobre el compromiso empresarial con la biodiversidad, pincha aquí)

Paloma Bartual

Executive Associate

Negocio Sostenible

Por Paloma Bartual

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