Sostenibilidad

ODS, la mano que mece la sostenibilidad

24 de septiembre de 2021 Por Blanca Pérez

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En 2015, después de dos años de largas consultas y negociaciones, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó los 17 objetivos y las 169 metas que componen la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

Desde entonces, los esfuerzos de gobiernos, empresas, sociedad civil, académicos y ciudadanos en general han variado, tanto en nivel de ambición y ámbito de aplicación como en momento de puesta en marcha y tiempo de ejecución. Así lo muestra el último informe de Eurostat, Monitoring report on progress towards the SDGs in an EU context – 2021. En él, queda señalado el progreso paulatino e irregular de la Unión Europea, en particular, el avance en los objetivos 1, 3 y 16 –fin de la pobreza, salud y bienestar, y paz, justicia e instituciones sólidas–, y el deterioro sufrido a causa de la pandemia en los ODS  4, 5, 10 –educación de calidad, igualdad de género; reducción de las desigualdades– y sobre todo en el ODS 8 –trabajo decente y crecimiento económico–.

En el plano español, el Informe de Progreso de 2021 constata la conclusión presentada por la oficina estadística europea; España avanza en casi todos los ODS pero de forma irregular. En algunos ámbitos mantiene una tendencia por debajo de la media y en otros consigue revertir la marcha negativa y superar los resultados europeos.

El informe español de rendición de cuentas ante la ONU presenta además la Estrategia de Desarrollo Sostenible 2030; una revisión voluntaria de la Agenda 2030 que sirve de herramienta para lograr los objetivos en el contexto de la recuperación sostenible y resiliente de la pandemia.

La Estrategia señala ocho áreas clave que requieren mayor dedicación: la pobreza y la desigualdad; la emergencia climática y ambiental; la brecha de la desigualdad de género y la discriminación; las ineficiencias del sistema económico; la precariedad laboral; la crisis de los servicios públicos; la injusticia global y las amenazas a los derechos humanos y los principios democráticos; y la situación del medio rural. Y refleja como algunas de ellas, en concreto la crisis medioambiental, ya sea por el empuje de la regulación o por las necesidades de financiación tras la COVID-19, están experimentando ya los primeros efectos positivos en el desarrollo sostenible –ODS 7, energía asequible y no contaminante y ODS 13, acción por el clima–. En cualquier caso, y a pesar de los resultados, cabe preguntar ¿dónde están ahora los ODS?

La aprobación de la estrategia de progreso supuso, no solo la continuación de las tareas pendientes de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, sino la llamada a la acción de los 193 Estados Miembros para movilizar los recursos y medios necesarios en los nuevos desafíos globales y estructurales del planeta. La igualdad de las personas y la protección del entorno natural fueron condiciones sine qua non asumidas por los líderes mundiales para lograr la prosperidad universal y abordar el progreso de una manera equilibrada entre las esferas económica, medioambiental y social.

Si bien en sus inicios los ODS despertaron el entusiasmo y la unanimidad en todo el mundo, a día de hoy han pasado a ocupar un segundo plano frente a emergencias económicas, medioambientales y sociales más concretas y apremiantes. La lucha contra el cambio climático, por ejemplo, una urgencia global abanderada por activistas como Greta Thunberg; o las denuncias de acoso sexual impulsadas por tantas mujeres a través del movimiento #MeToo, ocupan las primeras líneas del espacio dedicado a la justicia social y medioambiental eclipsando los focos frente a otros asuntos no menos importantes como los ODS.

Sin embargo, aunque no estén en el centro de la actualidad y no tengan el mismo empuje mediático, los ODS no dejan de estar presentes. El mayor compromiso de la UE con el planeta, ser el primer continente climáticamente neutro en 2050, no ha sido un resultado causal o inesperado, es el punto final de un largo camino iniciado años atrás con la aprobación de los ODS y posteriormente con la firma del Acuerdo de París. El conjunto de compromisos e iniciativas que la Agenda de Acción Lima-París puso en marcha fue la confirmación –y hoy ya la prueba– de que las medidas necesarias para hacer frente al cambio climático eran y son las mismas que las de la Agenda de Desarrollo Sostenible.

Este, y otros muchos logros, demuestran que el progreso de la sociedad en materia de sostenibilidad pasa por los ODS. La Agenda 2030 ha sentado las bases, el marco conceptual, de lo que hoy recibe el nombre de sostenibilidad. Ese constructo compartido por todos, gobiernos, entes privados y ciudadanos, es fruto, entre otros, de los ODS; un fundamento que permite entender dónde está la humanidad y hacia dónde dirige su camino.

Por eso, de cara al futuro sostenible de la sociedad y más allá de 2030, la Agenda del Desarrollo Sostenible debe seguir valiendo de guía y punto de partida de los esfuerzos comunes hacia un desarrollo en favor de las personas, el planeta y la prosperidad. Debe estar presente en el largo plazo, como ya los está en la Estrategia 2050 del ejecutivo español, y debe marcar el camino de recuperación de la pandemia, como ya lo está en los planes de recuperación de los 27. En definitiva, debe seguir siendo esa ambición común que decida el destino de todos en las próximas décadas y que más allá de la fecha, asegure el futuro próspero de las próximas generaciones.

Blanca Pérez

Executive Associate

Sustainability & Economics

Por Blanca Pérez

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