COP16 de biodiversidad: un llamamiento urgente a la acción y la inversión en la naturaleza
11 de noviembre de 2024 Por Pilar Peregrin
Con más de 23,000 representantes de todo el mundo reunidos en Cali, Colombia, la 16ª Conferencia de las Partes (COP16) del Convenio sobre la Diversidad Biológica celebrada del 21 de octubre al 1 de noviembre de 2024 se ha convertido en el centro de las discusiones sobre la conservación de la biodiversidad. Dos años después del histórico Acuerdo de Kunming-Montreal, el mundo evalúa si se ha avanzado lo suficiente para alcanzar un futuro “positivo para la naturaleza” en la que ha sido la COP de biodiversidad más larga de la historia. La respuesta resulta desalentadora: aún queda mucho camino por recorrer.
Un encuentro de alto impacto: evaluando el progreso y los retos
La COP16, aclamada como la “COP del pueblo”, ha centrado sus deliberaciones en tres ejes clave: desempeño, personas y financiación. Los debates han girado entorno a cuestiones críticas, como el grado de implementación de medidas efectivas por parte de los países para cumplir con los objetivos del Marco Global de Biodiversidad. Además, se ha subrayado la importancia de incluir a todos los actores, desde gobiernos hasta empresas y comunidades locales, en la lucha contra la pérdida de biodiversidad. En particular, destaca el reconocimiento de la comunidad afrodescendiente y su papel protector en la conservación de la naturaleza.
Otro de los logros más importantes del encuentro es el acuerdo global para la conservación de áreas marinas de alta importancia ecológica en aguas internacionales, lo que representa un paso histórico en la protección de estos ecosistemas.
Sin embargo, uno de los principales obstáculos destacados en las sesiones es la limitada adopción de estrategias nacionales de biodiversidad, con menos del 25% de los 196 países habiendo presentado un plan de acción, entre los cuales se encuentra España. Las razones de este escaso acogimiento incluyen la falta de recursos financieros, la insuficiente capacidad técnica, y la ausencia de marcos regulatorios claros que faciliten la implementación de estrategias a nivel nacional. Esta brecha refleja la urgencia de una acción concertada y coordinada a nivel global.
Las empresas y el capital natural
Para las empresas, la COP16 ha reiterado la importancia de reconocer la biodiversidad no solo como una cuestión ambiental relevante, sino como un riesgo material que afecta las operaciones y la rentabilidad. Sectores como la agricultura, la silvicultura y la minería dependen directamente de los ecosistemas, y la degradación de estos supone una amenaza tangible para el bienestar humano y la estabilidad económica.
La comunidad empresarial ha sido representada por organizaciones como Business for Nature, que ha abogado por políticas firmes que incentiven prácticas empresariales sostenibles. En esta línea, la normativa internacional, como la Directiva de Reporte de Sostenibilidad Corporativa (CSRD) de la Unión Europea, obligarán a las empresas a integrar el reporte sobre biodiversidad en sus informes de sostenibilidad en los próximos años. Aquellas empresas que se adelanten a estos requerimientos podrían obtener una ventaja competitiva en un mercado cada vez más consciente del impacto ambiental. El desafío, por tanto, reside en encontrar un equilibrio entre el crecimiento económico y la preservación de los recursos naturales.
Las finanzas, uno de los temas más espinosos
A pesar de algunos avances, uno de los aspectos más llamativos fue la falta de un acuerdo concreto entre las partes sobre la movilización de recursos financieros necesarios para la hoja de ruta hacia 2030. Esta falta de consenso subraya la necesidad de redoblar esfuerzos para asegurar que los compromisos se traduzcan en acciones efectivas y financiamiento suficiente, que la comunidad científica estima en unos 700.000 millones de dólares anuales. Las voces de líderes en biodiversidad subrayan, en esta línea, que sin una inversión sólida y adecuada no se podrán cumplir los objetivos de restauración y conservación.
En este contexto, cabe destacar el informe conjunto publicado en 2022 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El documento señala que podrían crearse hasta 20 millones de empleos en todo el mundo si la inversión en soluciones basadas en la naturaleza se triplicara para 2030. No obstante, para que estos puestos de trabajo sean verdaderamente ‘verdes’, el informe hace un llamamiento a la aplicación de políticas de transición justa, asegurando la mitigación de los riesgos que puedan surgir en el corto y medio plazo debido a los avances hacia prácticas más sostenibles.
De la COP16 a la COP29: una oportunidad para la acción coordinada
En unos días dará comienzo la COP29 sobre Cambio Climático, lo cual brinda una oportunidad crucial para conectar los compromisos de biodiversidad con las acciones climáticas. En este sentido, las empresas pueden comenzar a tomar acción mediante la adopción del marco del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD), una herramienta clave para ayudar a diseñar estrategias empresariales orientadas a un impacto positivo en la biodiversidad.
En cualquier caso, la ciencia es clara: la protección de la naturaleza es un imperativo para asegurar la supervivencia y el bienestar de la humanidad. Las organizaciones, los gobiernos y la sociedad civil deben redoblar sus esfuerzos y recursos para hacer realidad un futuro positivo para la naturaleza.