Según el estudio ‘The CEO Reputation Premium’ para los ejecutivos de una compañía casi la mitad del valor de la organización depende de la reputación de su CEO. Esta conexión entre la reputación de la organización y la de su líder, es una tendencia soportada con datos en numerosos estudios internacionales (Corporate Reputation Watch de Hill&Knowlton, Building CEO de Burson Masteller, The CEO reputation Premium: Gaining Advantage in the Engagement Era elaborado por Weber Shandwick…), en los que además se señala que esta tendencia continuará aumentando. Aunque, como veremos más tarde, lo que entendíamos por liderazgo hace 10 años ha caducado o mejor dicho se ha transformado junto con otros tantos axiomas de gestión empresarial.
La opinión que tengan los grupos de interés (clientes, analistas financieros, proveedores…) sobre el primer ejecutivo de la empresa influirá directamente en el grial de la hoja de ruta de una compañía: la confianza.
De este modo podemos hablar de una correlación directa entre el valor intangible de la imagen de un primer ejecutivo y el valor económico de su empresa.
Es también en estos estudios donde se refleja que un 65% de la percepción que tenemos sobre los líderes procede de aquel ‘intangible’ que no está vinculado a sus decisiones financieras. Lo que nos da que pensar que un gran líder no es sólo un gran gestor.
Por si todavía no estamos convencidos de su importancia estratégica y los resultados de las investigaciones no son lo nuestro, podemos acceder a nuestro imaginario y dar con casos como Bill Gates y Microsoft, Steve Jobs y Apple o en el caso español Emilio Botín y Santander o Juan Roig y Mercadona para despejar nosotros mismos nuestras dudas.
Gestión estratégica del liderazgo
Los presidentes de las compañías tienen la capacidad de moldear las organizaciones con su propia personalidad. Pero he aquí dos cuestiones:
- Tener la capacidad no significa saber siempre capitalizarla.
- El tipo de personalidad debe ser aquel que más beneficie a la compañía.
La reputación del líder, bien gestionada, sirve entre otros muchos beneficios para atraer inversión y confianza de los mercados, para propiciar que los stakeholders de su compañía crean en ella aún bajo presión pública; se convierta en un escudo frente a posibles crisis, consiga atención mediática, atraiga talento y eleve los índices de recomendación.
Sin embargo, para convertirse en una fuente de creación de valor y materializar todo lo anterior el líder deberá haber puesto al servicio de la empresa todas sus capacidades personales y de gestión para que la empresa sea reconocida en función de los intereses corporativos y no personales.
Los grandes imperios familiares o la gestión personalista basada en el ego individual de la persona han dejado de tener hueco. Resumamos: esto va de la compañía y no del líder.
La cara visible de la compañía
Asimismo, una ciudadanía cada vez más empoderada y crítica hace que los públicos hayan añadido a sus demandas saber quiénes son aquellos que lideran las marcas que consumen. Lo que antes era un activo a poner en valor ahora es una obligación.
Un líder que no se conoce en la escena pública, que no participa en encuentros y del que no se identifica un discurso claro no es solo una oportunidad perdida sino una penalización.
Las organizaciones han experimentado grandes cambios ante un presente que se explica de otro modo. El entorno VUCA (Volatibilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad) impacta en un momento de transformación histórica y sistém
En organizaciones cada vez más descentralizadas y distribuidas, influenciadas por nuevas formas de distribuir conocimiento a gran velocidad y con formas de trabajar cada vez menos protocolarias, el nuevo líder tiene que saber entender su rol en este escenario.
Una figura que comprenda que su tarea es llevar a la gente desde donde están hasta donde no han estado por sí solos. Recordando las palabras del filósofo Lao Tzu ‘Para liderar a la gente, camina tras ellos’. Y es que ante la desafección de organizaciones e instituciones es necesario un nuevo liderazgo aspiracional y humilde con un relato adaptado a la conexión con las personas.
5 características del líder del futuro
- Visión estratégica: capacidad para transformar una visión en una realidad. Visión clara y a largo plazo con un enfoque sostenible del negocio.
- Generación de confianza: capacidad para generar credibilidad debido a una trayectoria ejemplar y el cumplimiento de objetivos. Perfiles que desprenden carisma y autenticidad con grandes dotes para comunicar.
- Gestión de personas: Saber inspirar a un equipo, motivar el potencial y el talento de las personas, promover el sentimiento de pertenencia y el trabajo hacia un objetivo común. Involucración en el proyecto y capacidad para transmitir de forma clara el propósito de la empresa.
- Líderes que abanderen la importancia del negocio responsable y transparente asumiendo el protagonismo y liderazgo que pueden tener las compañías en la era de las marcas activistas.
- Capacidad para escuchar y dar respuesta a las demandas del equipo y la sociedad en general sin miedo a hablar abiertamente de errores o cuestiones críticas