
La comunicación financiera ha dejado de ser solo una herramienta meramente informativa y se ha convertido en un pilar estratégico para cualquier empresa.
En un mundo globalizado, interconectado y lleno de información, ya no basta con mostrar cifras sólidas: es fundamental construir confianza y reforzar la reputación ante inversores, empleados, reguladores y medios.
El contexto actual: cautela y selectividad en los mercados
2025 ha sido un año marcado por la cautela y la selectividad. Este año, hemos tenido dos salidas a bolsa, entre ellas la de CIRSA, que asesoramos en julio. Esta operación ha demostrado cómo una comunicación financiera sólida puede ser decisiva: la claridad en los objetivos y la consistencia en los mensajes fueron claves para transmitir profesionalidad y generar confianza incluso en un entorno incierto.
También se ha observado cautela en el marco del M&A. Entre enero y septiembre se han registrado poco más de 2.000 operaciones, por unos 75.000 millones de euros, lo que supone caídas del 12% en volumen y del 10% en valor frente a 2024. Estamos ante un entorno más selectivo, que exige que cada movimiento se comunique con cuidado: estos procesos implican múltiples stakeholders (empleados, accionistas, reguladores, medios…) y cualquier fallo en el mensaje puede generar incertidumbre, rumores o pérdida de confianza.
Más allá de las operaciones de mercado, la comunicación financiera también es clave en otros hitos corporativos: la entrada de un fondo de inversión, la firma de un contrato relevante o la emisión de bonos pueden cambiar la percepción del mercado.
Comunicar en tiempos de velocidad y desconfianza
En un entorno donde la información circula a gran velocidad, muchas empresas siguen viendo la discreción como una forma de protección. Temen que comunicar demasiado ofrezca pistas a la competencia o exponga vulnerabilidades. Sin embargo, el silencio ya no equivale a prudencia: suele interpretarse como falta de transparencia o de control sobre el propio relato.
Por qué algunas empresas siguen sin comunicar (y por qué eso ya no funciona en 2025)
- Por miedo a dar pistas a la competencia: La información circula igualmente. Si no la explicas tú, otros lo harán por ti.
- Por temor a generar expectativas: Comunicar es contextualizar y hacerlo bien ayuda a modular expectativas, no a inflarlas.
- Por prudencia ante operaciones en curso: La discreción es necesaria, pero puede convivir con mensajes claros sobre estrategia y visión.
- Por evitar comparaciones sectoriales: La comparación es inevitable; la clave está en marcar tu propio terreno y explicar qué te diferencia.
- Por miedo a perder el control del mensaje: Precisamente por eso hay que comunicar. El silencio deja espacio a la interpretación.
- Por pensar que solo se comunica cuando hay “noticia”: Hoy la confianza se construye desde la constancia, no desde los hitos. La visibilidad sostenida genera credibilidad.
Cómo asesoramos a compañías reticentes a comunicar
- Diagnóstico inicial: Identificamos sus necesidades, barreras y preocupaciones frente a la comunicación financiera.
- Estrategia adaptada: Diseñamos un plan de comunicación que respete su prudencia, pero que permita visibilidad selectiva y coherente.
- Mensajes claros y segmentados: Adaptamos el discurso según público: inversores, empleados, reguladores o medios, garantizando consistencia y seguridad.
- Acompañamiento continuo: La comunicación no es puntual; asesoramos sobre timing, canales y respuesta ante cambios del mercado o consultas externas.
- Formación y confianza: Capacitación de portavoces y equipos internos para que adquieran confianza y autonomía al comunicar sin riesgos.
La comunicación financiera efectiva construye reputación y las empresas que comprenden esto, dejan de reaccionar a los mercados para ser ellas mismas las que marcan agenda.
En un mundo donde la información circula a gran velocidad, quien comunica bien, invierte mejor.


