Financiero

De la obligación a la buena práctica: comunicar resultados con sentido

23 de septiembre de 2025 Por Clara Eguiagaray

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El debate sobre la frecuencia del reporting financiero vuelve a primer plano: ¿trimestral o semestral? En España, desde 2021 las cotizadas pueden elegir; mientras que en Estados Unidos reaparece periódicamente la idea de espaciar los informes.

Al mismo tiempo, la CNMV reclama mayor transparencia, claridad en las métricas y, al menos, una presentación pública anual de resultados. Más allá de la periodicidad, el foco debería estar en la utilidad de la información para el inversor y en la consistencia del relato corporativo.

Los datos recientes aportan contexto. La reforma española de 2021 alineó la Ley de Sociedades de Capital con la directiva europea y abrió la puerta a reportes semestrales o trimestrales. Desde entonces, el Euro Stoxx 600 se divide prácticamente a partes iguales entre ambos enfoques. Por países, el Reino Unido ha virado hacia el reporte semestral, mientras que Alemania y España mantienen los informes trimestrales en su mayoría. El análisis de Goldman Sachs, citado recientemente por Expansión, apenas encuentra diferencias significativas en términos de valoración y rentabilidad en función de la frecuencia de la publicación de resultados. La conclusión es sencilla: parece no importar tanto el “cuánto” como el “cómo”.

Por tanto, el factor relevante no se encuentra tanto en el calendario sino en la estrategia. En una jornada organizada por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE), la Asociación de Directivos de Comunicación (DIRCOM) y CEOE, el presidente de la CNMV, Carlos San Basilio, instó de nuevo a que las compañías presenten públicamente resultados al menos una vez al año, empleen de forma clara las medidas alternativas de rendimiento (como ebitda, deuda neta o beneficio subyacente) y publiquen la información relevante con la mayor celeridad posible. APIE recordó que 32 de las 50 grandes empresas no convocaron este año una rueda de prensa para presentar resultados y reivindicó el formato presencial con el objetivo de facilitar el contraste de información. Desde DIRCOM se recordó algo esencial: la transparencia va más allá del acto puntual; cuenta la calidad de la relación continua con periodistas y analistas, los tiempos de respuesta, el contexto que se aporta y la disponibilidad de portavoces.

¿Cómo podemos aplicar estas buenas prácticas en nuestra estrategia de comunicación? No se trata de generar más encuentros con stakeholders. sino de que cada uno sea útil y de interés para analistas, inversores y periodistas. La base es un calendario que garantice la comparativa interanual y mensajes claros, con independencia de la frecuencia. A ello se suma la preparación: materiales alineados con la información que se hace pública y portavoces formados, capaces de dar respuesta a las potenciales preguntas de todos los stakeholders; el objetivo debe ser priorizar lo verdaderamente importante para nuestra audiencia al tiempo que garantizamos la coherencia del discurso. Además, es clave gestionar bien las expectativas, porque pocas cosas resultan más disruptivas que sorprender al mercado. Por último, conviene optar por formatos accesibles —presencial y streaming—, con materiales descargables y lenguaje sencillo, asegurando información simultánea y clara para todos.

Desde KREAB, observamos que las compañías que aplican estos principios tienen una relación más fluida con el mercado y con los periodistas. No es una promesa de corto plazo; es un proceso de mejora continua en la forma de informar que, con el tiempo, genera confianza, repercuten positivamente en la reputación de la compañía y acaba traduciéndose en un coste de capital más eficiente.

El debate regulatorio seguirá y quizá en el futuro se decida finalmente cambiar la frecuencia de publicación. Lo que no debería cambiar es el criterio: informar mejor, no solo más o menos. Claridad, consistencia y propósito son hoy la mejor guía para comunicar resultados con sentido.

Por Clara Eguiagaray

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