Compañías y transparencia: un binomio inseparable en la era de la desinformación
8 de enero de 2025 Por Alicia Hernandez Sanchez
En la era de la desinformación, los datos atropellados y la confusión generalizada, encontrar información fiable y transparente es cada vez más relevante. Ante este ovillo enmarañado, las organizaciones y empresas deben reconocer la oportunidad de erigirse como fuentes primarias de información y de establecer relaciones de confianza con su público mediante una comunicación que priorice la transparencia y la honestidad e inspire credibilidad.
Sin embargo, son muchas las empresas que miran con recelo el mantenimiento de canales abiertos y continuos, ante la idea de que demasiada información desencadene una brecha en su reputación. No obstante, quizás estas organizaciones no estén siendo conscientes de que, antes al contrario, una comunicación honesta y transparente refuerza las relaciones con los stakeholders para salvaguardar a la compañía cuando sobrevienen las crisis o las malas rachas.
En empresas financieras, la presentación de informes, estados financieros o resultados de una manera clara ayuda a comprender mejor la salud financiera de la compañía, sus operaciones y su capacidad para generar ingresos y beneficios. Una estrategia de comunicación efectiva, además, genera respuestas de la audiencia, como decisiones de los inversores, evolución de las acciones, capacidad para levantar capital, informes de los analistas, facilidad para atraer o mantener el talento, favorabilidad de las menciones en prensa y de la opinión pública, etc.
Es comprensible que, ante todas estas posibles reacciones, los gerentes de las empresas se sientan abrumados y prefieran limitar la emisión de información a los mínimos legales, pero esto supondría un debilitamiento en las relaciones con nuestros públicos de interés, que percibirían como insuficiente la cantidad y la calidad de la información que reciben. Pueden sentirse apartados de las decisiones, observar cierta opacidad en las operaciones o verse descuidados.
¿Cómo conseguimos entonces equilibrar la balanza? Manejar los temores no es sencillo. Para lograr implementar una política de empresa que apueste por una visión favorable de la comunicación, proponemos una estrategia basada en tres pilares:
1.- Conocer la percepción de nuestra empresa
Para evaluar los esfuerzos de comunicación de forma efectiva, saber si la información que estamos proporcionando resulta suficiente para nuestros stakeholders y comprobar si nuestros mensajes se posicionan como queremos, debemos conocer las percepciones externas de nuestra compañía, saber qué están opinando de lo que contamos.
Para lograrlo, se puede desarrollar un ejercicio como una auditoría, en la que distintos grupos de interés respondan a preguntas y evalúen la reputación de la firma. Se puede acudir a analistas, banqueros, medios de comunicación, empleados, inversores, clientes… o cualquier otro segmento cuya opinión nos interese conocer.
Este ejercicio es muy útil para saber desde qué situación partimos, evaluar la reputación y el conocimiento que tienen sobre nosotros (incluyendo opiniones, actitudes y creencias), identificar fortalezas y áreas de mejora, con el fin de tomar decisiones informadas y mejorar la información que se proporciona al mercado. Una auditoría de percepción nos permite moldear nuestro relato corporativo con base en datos y conclusiones argumentadas.
2.- Entender nuestro entorno
Otro punto fundamental a la hora de decidir cómo, cuándo y qué comunicamos es conocer qué están haciendo las empresas de nuestro entorno, tanto nuestras competidoras como aquellas que, sin querer ocupar nuestro mismo espacio, destacan en áreas en las que nos interesa posicionarnos (innovación, sostenibilidad, employer branding, etc.). Para ello, además de incluir preguntas al respecto en nuestra auditoría de percepción, también podemos realizar un análisis de sus mensajes, sus narrativas.
Analizamos las comunicaciones públicas de las empresas seleccionadas, sus mensajes clave, su estructura, sus contenidos y sus formatos. De esta manera, obtenemos una colección de mejores prácticas en las que basarnos a la hora de trazar nuestra estrategia de comunicación. Sabremos qué están haciendo las compañías de nuestro entorno, cómo emularlas y cómo diferenciarnos.
3.- Adaptarnos a la situación
Una vez que conocemos las percepciones externas y hemos identificado las mejores prácticas de las empresas de nuestro entorno, es el momento de aplicar todos estos aprendizajes a nuestra estrategia de comunicación. El resultado final será una comunicación más clara, mejor estructurada, con más datos y más transparente, atendiendo a las necesidades que se habían identificado entre los stakeholders y adaptada a las expectativas del mercado.
En cualquier caso, y cómo último apunte para terminar de convencer a quienes todavía alberguen dudas, recordamos que comunicar con transparencia no es sinónimo de comunicar sin planificación estratégica. Cuando representamos a una empresa, tenemos la obligación de que aquello que decidamos comunicar se presente de manera transparente, pero no necesariamente neutral, pues nuestra labor es estar del lado de nuestra organización. No somos imparciales, sino que jugamos desde la esquina de nuestra compañía. Desde aquí, protegemos su reputación.