La sostenibilidad, un indispensable en cualquier estrategia empresarial

En unos días celebramos el Día de la Tierra, una jornada que nos sirve de percha para para reflexionar y reivindicar la importancia de proteger los recursos naturales que nos ofrece la tierra y sus ecosistemas, así como resaltar las amenazas del cambio climático.

El último informe elaborado y publicado a finales de marzo por el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) urge a tomar medidas más ambiciosas para luchar contra el cambio climático y reducir a la mitad las emisiones para 2030. Aunque señalan que algunos cambios e impactos ya son inevitables e irreversibles, apuntan a que una acción decidida ayudaría a limitar los daños y su magnitud, sobre todo a los que se enfrentan las personas y regiones más vulnerables.

Una acción que, sin duda, debe ser desarrollada desde todas las esferas, incluidas las empresas. Hay margen de trabajo pero, lejos de ser muy pesimistas, podemos decir que se han dado pasos. Según un informe elaborado por la Red Española de Pacto Mundial, 9 de cada 10 empresas españolas contribuye a los Objetivos de Desarrollo recogidos en la Agenda 2030. De hecho, un 86% conoce los ODS, un 17% más que en el 2018. También, un 79% de las empresas consultadas afirman que existen ventajas competitivas a la hora de implementar la sostenibilidad empresarial.

Hasta el momento, la mayoría de las compañías ha incluido la sostenibilidad entre sus políticas de RSC, haciendo de ella una herramienta de mejora reputacional y posicionamiento estratégico. Sin embargo, debemos ir un paso más allá. ¿Cómo? Estas son algunas claves:

• Integrar la sostenibilidad de manera holística: Las empresas deben pasar a ‘horizontalizar’ su eje de acción, pasando de la RSC a la evaluación del riesgo climático, integrándolo de forma holística en su estrategia corporativa.
• Análisis del impacto: otra de las claves para empezar a transformar nuestro tejido empresarial pasa por realizar un análisis exhaustivo de su impacto ambiental, chequear su red de influencias y, lo más complejo en un entorno competitivo, reconocer sus vulnerabilidades.
• Establecer metas y objetivos: una vez que las empresas entiendan su impacto, es importante que establezcan metas y objetivos de sostenibilidad que permitan reducir ese impacto y mejorar su desempeño ambiental y social.
• Colaboración: Las compañías pueden colaborar con otros actores, como proveedores, clientes, competidores, gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, para abordar desafíos ambientales y sociales y maximizar el impacto positivo de sus iniciativas sostenibles.

En definitiva, la integración de la sostenibilidad en las operaciones empresariales implica un enfoque global que va más allá de una sola iniciativa. Requiere una visión a largo plazo, la involucración de los empleados, la colaboración con otros actores y la transparencia en la comunicación de su desempeño ambiental y social.

A nivel legislativo, en los últimos años se han llevado a cabo diversas iniciativas a nivel internacional, regional y nacional en materia de economía circular que han ayudado a impulsar medidas en este sentido. La ley de Cambio Climático y Transición Energética, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados o la Estrategia Española de Economía Circular son algunos ejemplos que han ayudado a fomentar la transición hacia un modelo más sostenible.

Estamos por el buen camino. El planeta nos brinda una última oportunidad de supervivencia sistémica. La única condición que se nos exige es devolver, como anticiparon los sofistas griegos, nuestra economía “a la medida del hombre”. La empresa y el consumo no solo deben asumir que han de minimizar su impacto ambiental, sino anticipar también cómo la evolución climática pesará sobre ellos. Quizá, más allá de estadísticas y riesgos, la mejor manera de encarar esta nueva realidad sea comprender de una vez que nuestro entorno sólo será patrimonio si es patrimonio compartido.