Comunicación Corporativa

La resiliencia se hace fuerte en la comunicación corporativa

13 de septiembre de 2022 Por Ana Sánchez

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“La resiliencia es la capacidad de un sistema, trátese de un bosque, una ciudad o una economía, para manejar los cambios y seguir desarrollándose”. Es la definición del Stockholm Resilience Centre (Centro de Resiliencia de Estocolmo), en un sentido amplio y no solo acotado a las personas, sino también a las industrias o a elementos de la naturaleza como los bosques. Desde el punto de vista etimológico, ‘resiliencia’ tiene su origen en el latín, participio del verbo resilīre, ‘saltar hacia atrás, rebotar’, ‘replegarse’. En este proceso de rebobinar, coger fuerza y sobreponerse, se puede plantear una reflexión respecto a su aplicación en el ámbito de la comunicación y gestión de soluciones.

Ya han pasado unos años desde el inicio de la pandemia, pero no deja de sorprender la forma en la que ha irrumpido la resiliencia en nuestras vidas y sigue estando presente, cuando está claro que este concepto existe desde el principio de la humanidad. En el Paleolítico, las familias podían llegar a aguantar días sin comer por no haber podido cazar suficiente y el hambre se hacía difícil de soportar, toda una capacidad de resiliencia física del organismo. En este caso, su significado se asemeja al de supervivencia.

Término candidato a palabra del año en 2020 por la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), aunque finalmente se alzó con esta distinción ‘confinamiento’, otra acción que se hizo cotidiana en los meses de más incidencia de la pandemia, y que ocupó un hueco en el debate social y en el lenguaje de los medios de comunicación. Hemos aprendido a ser más resilientes, a incorporar la experiencia vivida y adquirida en la toma de decisiones. Ya lo hacíamos antes, pero no lo llamábamos así probablemente.

Como resultado de esta resiliencia y para aplacar los efectos de la Covid-19, meses después de la llegada disruptiva de la pandemia se volvió una constante en la prensa el anuncio de los fondos europeos y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Conscientes de la importancia de visibilizar esta apuesta económica y los proyectos que se deriven de él, la Comisión Europea y el Gobierno de España prepararon un manual de marca o un libro de estilo para la inserción del emblema de la Unión Europea. Entre otras razones, el documento reza que en sus actividades de comunicación se incorporen enlaces a las prioridades políticas de la UE como es “construir una Europa más verde, digital y resiliente”. De esta forma, se puede extraer que la comunicación ejerce un rol informativo, de puesta de conocimiento y de promoción de una unión de países resilientes, término que vuelve a ser protagonista de este artículo.

Todavía sigue siendo frecuente escuchar en el discurso de un portavoz del gobierno o de un CEO de una empresa la mención a la resiliencia. Cuando se escucha el término, la idea que puede transmitir es de solidez, rigor o incluso de fortaleza y actuación asertiva. Se trata de una habilidad que se pone en marcha ante situaciones adversas, crisis o cambios de más o menos envergadura, algo normal en una sociedad tan convulsa como la actual y en pleno giro sostenible de su desarrollo y evolución.

Una vez se conocen los recursos con los que se cuenta, las bases, el bagaje previo, la respuesta ante este contexto límite busca ser flexible para adaptarse y sobreponerse. De este desafío o reto (otros dos conceptos incorporados a los discursos de los portavoces) se pretende recuperar y salir con energías renovadas, con un resultado positivo que se mira en perspectiva, de aquí a un futuro, valiéndose de las herramientas que la comunicación facilita. Con esta estrategia, el tejido empresarial, que se ha mantenido en pie tras el golpe de la pandemia, ha asegurado la continuidad de sus negocios y se han transformado para estar listos en la era post-Covid.

En este proceso resiliente, la comunicación está ejerciendo una labor de acompañamiento. Las acciones de comunicación externa, redes sociales o acciones internas con las que se dispone requieren una puesta al día continua, un perfeccionamiento que viene de la mano de la evolución de la sociedad y sus exigencias. El objetivo es alentador, pues es reforzar el papel de esta comunicación como palanca estratégica y como vía para vincular la resiliencia que tienen las empresas y que se han esforzado en consolidar con los stakeholders a los que se quiere llegar y viceversa.

La resiliencia, al igual que la flexibilidad o el aprendizaje constante mencionados en este artículo, forma parte del catálogo de ‘soft skills’, ‘habilidades blandas’ o ‘competencias socioemocionales’. De ahí que permite aproximarse al destinatario con comunicaciones más empáticas con las que podemos conectar con más facilidad.

Ante contextos más o menos complicados, la resiliencia se ha consolidado como una buena práctica con la que llegar con la comunicación más lejos y ganar en versatilidad.

Ana Sánchez

Executive Associate

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