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Bard de un vistazo: sus fortalezas y sus debilidades para la comunicación digital

5 de septiembre de 2023 Por Ainara Guerra Fernandez

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En febrero de 2023, Sundar Pichai, CEO de Google, contaba al mundo cuál iba a ser el siguiente paso de Google en su viaje hacia la inteligencia artificial: Bard, una herramienta conversacional que aterrizó en España este verano.

Desde que OpenAI anunció a finales de 2022 ChatGPT, las grandes tecnológicas se han visto sumidas en una carrera sin frenos para estar a la altura de esta herramienta. Este año hemos asistido al nacimiento constante de servicios basados en IA para acompañarnos en diversas funciones en el ámbito de la comunicación digital, como son la generación de elementos audiovisuales, la asistencia en el diseño o la creación de textos.

Las fortalezas de Bard

Ahora es el turno de Bard cuyo objetivo es, según Google, combinar la base de conocimientos del mundo con la potencia, inteligencia y creatividad de grandes modelos lingüísticos. Bard está basado en el modelo de lenguaje LaMDA (Language Models for Dialog Application o Modelos de lenguaje para aplicaciones de diálogo). Se apoya en la misma arquitectura que otros modelos de lenguaje como BERT o GPT-3, pero su fortaleza es su entrenamiento. Este le ha permitido estudiar conjuntos de datos que consisten en diálogos, en vez de analizar palabras por separado.

Ello le ayuda a comprender y distinguir matices en las conversaciones humanas y sobrellevar un elemento que les supone un gran obstáculo a muchos modelos: que las conversaciones comiencen con un tema y terminen con otro muy distinto. Por ello, Bard está entrenado para conversaciones con final abierto y es capaz de adaptarse a ellas.

Además, el despliegue de Bard es prometedor porque toma las respuestas de internet, al contrario que otros de sus competidores. Por ejemplo, ChatGPT ofrece respuestas cuya información se quedó congelada en 2021. Por ello, Bard aporta un gran valor diferencial: responde con información actual.

Estas características lo hacen un estupendo compañero en algunas tareas de la comunicación digital. Entre ellas, destaca la propuesta de temas para la creación de contenidos en relación con temas de actualidad gracias a su conexión con internet. Conversar con Bard también nos puede ayudar en nuestro proceso reflexivo para encontrar una idea en una campaña concreta, gracias a su entrenamiento con conversaciones con finales impredecibles.

Asimismo, Google defiende que esta herramienta tiene entre sus puntos fuertes ser muy creativa. En ocasiones, cuando producimos contenidos incurrimos en frases repetidas o las mismas estructuras de texto. Bard puede ser un buen compañero para lograr conseguir nuevas formas de contar temáticas comunes en nuestros planes de contenido de manera innovadora.

Su etiqueta de “experimental”

No obstante, Bard todavía tiene mucho camino de mejora, y Google es consciente de ello. Antes de empezar a utilizarlo Google deja claro que “Bard no siempre acertará”. En la actualidad está en su fase experimental y siempre que lo utilizas te lo recuerda para que no nos hagamos muchas ilusiones sobre sus resultados y, sobre todo, lo usemos con responsabilidad.

Algunos expertos coinciden en su falta de profundidad a la hora de dar respuestas más sofisticadas. Además, como todo modelo conversacional entrenado con datos históricos, existe el problema del sesgo. El propio Bard admite cuando habla de sus limitaciones que todavía está “aprendiendo a ser objetivo y neutral” en sus respuestas.

Por ello, no se recomienda usar Bard para la creación de textos desde cero, sobre todo para aquellos que sean más extensos. No solo no es capaz todavía de generar contenidos muy largos, si no que podemos incurrir en algún tipo de discurso erróneo que nosotros no percibamos en un primer momento pero que nuestra comunidad digital si lo haga.

Hacia dónde se dirige

Google lleva seis años experimentando con la inteligencia artificial y son conscientes de la responsabilidad a la hora de lanzar Bard y de sus limitaciones. La compañía usará los resultados de la versión experimental de la herramienta para recoger información y mejorar sus respuestas.

Además de usar esos datos para entrenar al modelo, está llevando a cabo otro entrenamiento llamado “transferencia de aprendizaje”. Este método le permite aprender de los datos de otros modelos de lenguaje, lo que le ayudará a aprender más rápido y a ser más preciso.

Google también está desarrollando formas de medición de la objetividad y neutralidad de Bard y está trabajando en nuevas técnicas de procesamiento del lenguaje natural para que pueda entender preguntas más complejas.

Siendo conscientes de que las herramientas conversacionales no sirven para todo y, a pesar de sus limitaciones, el hecho de que esté conectada a información actual hace de Bard una colaboradora muy potente para la búsqueda y generación de temas para los planes de contenido, la comprensión de temas más complejos y para ayudarnos a acabar con el problema de la “hoja en blanco” de los creadores de contenido.

No obstante, tenemos que ser siempre críticos respecto a los resultados de la herramienta y tener siempre claro que, en la comunicación digital, la inteligencia humana va por delante de la inteligencia artificial, aún. Si quieres probarlo simplemente entra aquí y disfruta conversando con Bard.

Ainara Guerra Fernandez

Associate

Comunicación Digital

Por Ainara Guerra Fernandez

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